divulgación científica

Una breve historia de casi todo

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Todavía no me he acabado el libro pero me queda muy poco, y está gustándome tanto que quiero dedicarle una entrada ya. Una breve historia de casi todo es un libre en el que, como bien dice el título, se explica la historia de cómo hemos llegado hasta aquí y, por tanto, la historia de prácticamente todo lo que ha pasado desde «los inicios de los tiempos» (la entrecomillo porque me suena a una frase de H.P. Lovecraft): el origen y evolución del universo, el de nuestro planeta Tierra, el origen y evolución de la vida, del ser humano… En fin, todo, y además explicando detalles de cualquier rama del conocimiento: física, astronomía, química, geología, palentología, biología, antropología, genética, etc.

El autor, el periodista Bill Bryson, pasó un buen tiempo investigando, analizando fuentes y preguntando a los expertos de cada tema hasta hacer esta especie de novela enciclopédica sobre los descubrimientos científicos que explican toda nuestra historia. Pero el caso es que, aunque detallado y a veces algo técnico, la lectura es sencilla, divertida, absorbente, entretenida, fácil, emocionante… porque todo resulta siempre sorprendente, y los aspectos más complicados se esxplican con un lenguaje sencillísimo que hace que no haya ningún problema para seguir el hilo. Claro, el autor no es científico y no puede saber tanto y de tantas cosas y por eso no se mete en explicaciones muy complicadas, pero la verdad es que el libro resulta impecable.
Otra cosa es el exceso de nombres de personas, lugares, términos técnicos, etc. que llega a utilizar, pero es que en un tratado como este tan completo, son tantas las personas y cosas que han participado o se han descubierto, que es necesario prácticamente nobrarlas a todas.

No es un libro para científicos ni mucho menos, es un libro para personas curiosas, simplemente. Un libro para personas interesadas por el conocimiento científico en general, para gente que quiera saber por el simple placer de saber.

Acabo con un fragmento del libro, concretamente el que me ha motivado a escribir esta entrada antes de acabarlo. Es en realidad un extracto de una de las fuentes consultadas por el autor, el libro Cradle of life, de Schopf. No sé porqué pero me encantó.

«Si imaginásemos los 4500 millones de años de historia de la Tierra reducidos a un día terrestre normal, la vida empieza muy temprano, hacia las cuatro de la madrugada, con la aparición de los primeros simples organismos unicelulares, pero luego no hay ningún avance más en las dieciséis horas siguientes. Hasta casi las ocho y media de la noche, cuando han transcurrido ya cinco sextas partes del día, no empieza la Tierra a tener otra cosa que enseñar al universo que una inquieta capa de microbios. Luego, por fin, aparecen las primeras plantas marinas, a las que siguen veinte minutos más tarde la primera medusa y la enigmática fauna ediacarana, localizada por primera vez por Reginald Sprigg en Australia. A las 21:04 salen nadando a escena los primeros trilobites, seguidos, de forma más o menos inmediata, por las criaturas bien proporcionadas de Burgess Shale. Poco antes de las 22:00 empiezan a brotar las plantas en la tierra. Poco después, cuando quedan menos de dos horas del día, las siguen las primeras criaturas terrestres.

Gracias a unos diez minutos de meteorología balsámica, a las 22:24, la Tierra se cubre de los grandes bosques carboníferos cuyos residuos nos proporcionan todo nuestro carbón. Aparecen los primeros insectos alados. Poco antes de las 23:00 irrumpen en escena los dinosaurios e imperan durante unos tres cuartos de hora. Veintiún minutos antes de la media noche se esfuman y se inicia la era de los mamíferos. Los humanos surgen un minuto y diecisiete segundos antes de la media noche. El total de nuestra historia registrada, a esta escala, sería de sólo unos cuantos segundos, y la duración de una sola vida humana de apenas un instante. A lo largo de este día notoriamente acelerado, los continentes se desplazan y chocan a una velocidad que parece claramente insensata. Surgen y desaparecen montañas, aparecen y se esfuman cuencas oceánicas, avanzan y retroceden mantos de hielo. Y a través de todo esto, unas tres veces por minuto, en algún punto del planeta hay un pum de bombilla de flash y un fogonazo indica el impacto de un meteorito del tamaño del de Manson o mayor. Es asombroso que haya podido llegar a sobrevivir algo en un medio tan aporreado y desestabilizado. En realidad, no son muchas las cosas que consiguen hacerlo bastante tiempo.»